En una búsqueda de acoplamiento innecesario a las masas me encontré
perdido en mi mismo y descubrí que los monólogos estandaperos en los que dejaba
trascurrir mi vida habían llenado de risas y humor los que antes era intelectualidad
y refinamiento. La vergüenza que sentía por haber desviado mi camino de
semejante manera sin haberlo notado era solo opacada por el abrumador
compromiso de tener que redefinirme patético y grotesco. Por suerte, aunque más
bien debería describirlo como hecho premeditado, contaba
con el kit necesario para este tipo de situaciones reveladoras. Y sin dudarlo
demasiado abrí un vino blanco que tenía en la heladera y busque en Internet alguna
película de terror de bajo presupuesto, eso y una buena noche de insomnio deberían
ser suficientes para recuperar tiempo perdido y con suerte, recuperar también,
un mínimo de las palabras perdidas que se ahogaron en algún vaso de fernet.
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