16 de septiembre de 2014


No se que duele mas,
 Que mientas y me mires a los ojos...


o las ganas que tengo de creerte

12 de septiembre de 2014

Contémplame

Soy todo aquello que no puedes entender,
Soy esa nubosidad que se encuentra solo un poco más allá de tus limites.
Soy tus miedos y temores.
El frío que camina por tu espalda,
el aire entrecortado que exhalas
Soy la fuerza que aprisiona tus entrañas.
Soy cada una de las paredes con las que chocas.
La infinita distancia que te separa de aquello que quieres,
lo que nunca logras terminar.
Soy tu niñez extendida.
Soy tu madures inalcanzable.
Las palabras que no entendiste,
las que no te animas a decir.
Soy tu miedo a seguir.
Soy tu incapacidad de avanzar.
El culpable de lo que pierdes,
y lo que nunca tendrás.
Soy tus pasos dubitativos.
Soy quien te empuja a caminar en reversa.
Soy lo que no comprendes.
Soy tu conciencia.
Tu propio espejo,
y hasta tu mente.


Soy Vos Completamente...

7 de septiembre de 2014

Desde los griegos y un poco hasta hoy

Prometeo, que era una especie de gigante, tuvo la idea de engañar a los dioses en favor de los humanos. ¿Qué hizo? Fue hasta el Monte Olimpo, les robó una pequeña brasa de fuego, la escondió dentro de una caña hueca, salió disimuladamente y se la regaló a los hombres, que hasta ese entonces no conocían el fuego. A los dioses no les gustó esto y decidieron castigarlo dándole un regalo. ¿Cómo es esto de castigar a alguien dándole un regalo?
De eso, aquel pueblo sabía bastante y era común que cuando los griegos le daban un regalo a alguien lo metieran en un problema. Acuérdense, si no, del Caballo de Troya. De hecho, hay un dicho popular que dice: “esto es un regalo griego”, previniéndonos de que el asunto, aunque parezca maravilloso, esconde algún problema, que algo va a salir mal.
Los dioses, entonces, le regalan a Prometeo, y esto ya tiene que ver con algo del orden de la seducción y el amor, una mujer con una caja llena de obsequios. Seguramente la conocen; el nombre de esa mujer era Pandora y todos hemos oído hablar de la famosa caja de Pandora.
Pues bien, Pandora, que era muy pero muy bella, después de todo la habían creado los dioses, se presenta ante Prometeo y le entrega la caja que le obsequiaban los habitantes del Olimpo. Pero éste, que no les había robado el fuego justamente por ser un ingenuo, les agradeció mucho pero dejó la caja cerrada en un rincón. La complicación surgió cuando su hermano, Epimeteo, que no era tan lúcido como él, abrió la caja por curiosidad.
¿Y con qué se encontró? Con que los dioses habían encerrado dentro de esa caja todas las desgracias del mundo, las que salieron no bien Epimeteo la hubo abierto. Y por culpa de ese acto, de ese descuido, y podríamos pensarlo en el sentido de un acto fallido, es que hoy existen todas las desgracias y sufrimos tanto.
“¿Todo por culpa de un tonto?”, podría preguntar alguien. Sí, y quien no haya sufrido nunca por culpa de un tonto que arroje la primera piedra.
La historia suena endeble para justificar los males del mundo, pero, después de todo, no es más absurdo que pensar que los padecimientos existen porque a una mujer se le ocurrió morder un fruto.
Pero, volviendo a la historia, Prometeo, viendo que al abrir la caja escapaban la desdicha, el desamor y el sufrimiento, se abalanzó rápidamente sobre ella y logró cerrarla, dejando atrapada, al menos una cosa: la esperanza. De donde se deduce que para los griegos, la esperanza era un castigo más.
                                                                                          Encuentros (el lado B del amor) G. Rolon.

 Releyendo pensamientos anteriores recordé una deuda pendiente, explicar un poco lo nocivo de albergar sentimientos de esperanza. El texto anterior lo explica a la perfección.


Un poco mejor que hace varios años 
Sufrí y mentí por vos 
La pasión no la estoy dejando 
A mí tan sólo me guía el so