3 de julio de 2015

Con la Concha caliente

Hace un par de días descubrí que la vida ha encontrado una nueva forma de cagarse de risa de mi y juega con los límites de una paciencia temblorosa. Pero como con todo lo que vivo, tengo la necesidad imperiosa de resolverlo de dos maneras, primero que nada el humor, que sin lugar a dudas es uno de los mecanismos de defensa más poderosos que he encontrado. Ojo que sufro con el dolor y me duele mucho sufrir, como a cualquiera pero me se reír de eso. Y en segunda instancia la obsesión por la reflexión eterna, constante y profunda. Esa extraña adicción por exprimir y torturar cada neurona en busca de alguna verdad oculta.
Mi gata a quien elegantemente bautice como Conchita, esta en celo desde hace 72 horas aproximadamente. Como no esta castrada, porque cuando tuve la plata me dio paja ir y cuando tuve la voluntad de ir no tuve la plata, no me queda más remedio que presenciar esta pieza musical compuesta por ronroneos y maullidos que lejos de recordarme a la sonata 27 de Beethoven se asemeja mucha más a un grandes éxitos de Sepultura.
Con el nudo ahorca hecho con el cable de la plancha ya listo para usarlo en mi cabeza o en la de ella decidí investigar un poco sobre esta etapa de los animales…
Para mi sorpresa, la conducta de estos animales en celo no me pareció para nada extraño o ajeno por el contrario haciendo un poco de memoria creo haber padecido los mismo síntomas alguna que otra vez. Me resulto mucho mas fácil aun reconocer estas conductas en algunos de mis amigos y gente con la que me he relacionado circunstancialmente. Y si, no me quedó más opción que desarmar el nudo ahorca  y ser un poco más comprensivo. Porque después de todo entre un gato en celo y un puto en celo, el gato... es un poco más soportable.

En fin... ahora voy a dormir, o al menos intentarlo, y cuando despierte voy a pensar alguna forma de ser menos animal. Pero antes a cenar, que se me enfría el Whiskas.

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